Bueno, poco a poco voy teniendo algo de tiempo libre para poder escribir aquí. No están siendo unas semanas fáciles. Jose va recuperándose poco a poco, superándo el dolor (los primeros días han sido tremendamente dolorosos); aún le quedan varias semanas de inmovilización, y después la rehabilitación... poco a poco. Os agradece un montón vuestros mensajes de ánimo!.
Voy a comenzar la narración de lo sucedido el finde de Kartpetania...para que no quede sólo el hecho negativo...porque también hubo muy buenos momentos. Vamos allá!
Kartpetania. Dia 1. Viernes:
Tras 5 horitas de viaje, llegamos al circuito a primera hora de la tarde. En el pueblo de La Higuera no hay ninguna indicación de donde está el circuito, y es fácil que te lo pases de largo... pero, gracias a lo que otros kartistas nos habían comentado, lo encontramos al final de una larga cuesta que sube paralela a una vieja cantera...en un alto donde el viento no da tregua, y sopla como mil demonios. Bueno, al menos no llueve. ¡¡Pero hace un frío que pela!! Brrrr.... Me alegro de haberme traído la ropa de snow...el gorro de lana, los guantes, la bufanda, el abrigo de plumas... no sobra nada!!
La gente del circuito nos atiende muy bien. A la noche podremos dejar alli guardado el kart con el carro. Nos ponemos a la tarea, ya que ahora anochece muy temprano y no hay tiempo que perder. Comenzamos a rodar en varias tandas, ajustando la carburación a los escasos 4 grados de temperatura y a la nueva altitud. Vamos probando diferentes desarrollos. Rodamos los tres, para asi poder probar y comentar el circuito entre los tres. Estamos solos, no hay nadie más en pista (normal, con este tiempo y este frío...).
Los tres coincidimos en que nos parece un trazado muy entretenido, y exigente para el físico. Mis brazos y cuello se quejan después de las tandas ... pero me lo paso muy bien rodando. Siempre es muy interesante y motivador probar un nuevo circuito. Jose aprovecha para rodar y rodar, y así ir aprendiéndose el trazado... e ir bajándo poco a poco el tiempo por vuelta.
Las tandas se suceden hasta que se hace de noche. Recojemos y nos encaminamos hacia el hotel que tenemos reservado en un pueblo cercano. Terminamos el día alrededor de un tiernísimo cochinillo asado en horno de leña y un par de botellas de un buen Ribera del Duero. Como Dios Manda. :)
23 noviembre 2009
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